Cómo manejar tus emociones con eficacia

Cómo manejar tus emociones con eficacia

20/05/2025 - Las hay buenas y malas, la propuesta pasa por el uso adecuado de cada una de ellas para que tengan utilidad en nosotros. También existen lugares o prácticas que nos hacen bien, a los que no recurrimos ante situaciones adversas.

Durante décadas, el psicólogo Ethan Kross ha estudiado cómo las personas enfrentan sus emociones. Su conclusión es clara: no existen emociones malas, sino estrategias inadecuadas para gestionarlas. En su libro “Cambio: cómo manejar tus emociones para que no te manejen a ti”), ofrece un conjunto de herramientas prácticas para lograr mayor bienestar emocional en la vida diaria.

Director del Laboratorio de Emociones y Autocontrol de la Universidad de Michigan, Kross advierte contra el error común de pensar que debemos eliminar emociones como la tristeza, la ira o la envidia. “Todas cumplen una función”, señala. Por ejemplo, la ira puede movilizarnos ante una injusticia, la tristeza puede fomentar la introspección y la envidia puede impulsarnos a mejorar. “En la dosis adecuada, cada emoción tiene su utilidad”, afirma.

Uno de los conceptos clave del enfoque de Kross es que, si bien no podemos evitar que ciertas emociones se activen automáticamente, sí tenemos control sobre cómo respondemos a ellas. Para eso, propone estrategias concretas como escuchar música de manera intencional para cambiar nuestro estado de ánimo, o recurrir a lo que llama “oasis emocionales”: espacios como jardines, cafeterías o rincones del hogar que nos transmiten calma y nos conectan con recuerdos positivos.

Otra herramienta destacada es el uso del “diálogo interno distante”, que consiste en hablarse a uno mismo en segunda persona o usando el propio nombre, como si se diera consejo a un amigo. También recomienda los “viajes mentales en el tiempo”: imaginar cómo nos sentiremos con respecto a un problema en el futuro o compararlo con dificultades pasadas para reducir su peso emocional.

Aunque la evasión emocional ha sido cuestionada, Kross defiende su uso ocasional como parte de una estrategia flexible. “No se trata de elegir entre afrontar o evitar, sino de saber cuándo conviene cada una”, explica. En algunos casos, distraerse con otra actividad por un tiempo puede reducir la intensidad de una emoción y permitir abordarla luego con mayor claridad.

Frente al desgaste que produce compararse constantemente con los demás, Kross propone darle un giro constructivo a esa tendencia natural. “En lugar de sentirnos inferiores, podemos ver en el éxito ajeno una inspiración y preguntarnos qué podemos hacer para avanzar hacia objetivos similares”, sugiere.

El mensaje final de Kross es que no se trata de reprimir las emociones ni de ignorarlas, sino de desarrollar una relación más saludable y deliberada con ellas. Adoptar estas herramientas, dice, nos permite pasar de reaccionar impulsivamente a responder con inteligencia emocional.

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