De carnicero a afilador

19/06/2025 - Luis Sánchez puso un taller de afilación hace 19 años. Al momento de querer poner su propia carnicería se encontró con una oferta que iba a cambiar su vida y a convertirlo en un referente de la región. Afila y repara todo tipo de máquinas para comercios y particulares, desde tijeras a peines de peluquería.
Luis Sánchez, es oriundo de Urdampilleta y comenzó siendo muy joven con el oficio de carnicero, el cual desempeñó durante 18 años. Pasó a trabajar en una empresa que cuando cerró, lo llevó a buscar y tomar otro camino. En lo referido al rubro, primero empezó en una carnicería de Urdampilleta, cuando tenía 15 ó 16 años; después se vino a Bolívar a trabajar en el “CLC” y luego, fue al supermercado “Caballito Blanco”, de Luis González.
Cuando estaba decidido a emprender por su propia cuenta “fui a estar con Pedro Aragón para que me vendiera todas las herramientas para montar una carnicería y, en ese momento, me ofertó para que le comprara el taller de afilación que tenía. Lo charlamos y nos pusimos de acuerdo, ya que me gustaba todo lo que es la parte de afilación, más lo que es armar y desarmar maquinarias. Él me ensenó todo para este oficio y ya van 19 años en el rubro”, relató.

Lo que en un principio iba a ser una carnicería se transformó en un taller de afilación por la propuesta de Pedro, “con quien yo tenía una relación porque ya nos conocíamos de mi trabajo anterior y decidí inclinarme por esa idea”, dijo Luis.
Los casi 20 años de experiencia como carnicero le sirvieron para saber más sobre este oficio, que en cierta manera se vinculan y necesitan, “me favoreció el conocer lo que era el trabajo en una carnicería para lo que es el afilado y me dio más facilidad a la hora de aprender”, relacionó el afilador.
Luis, montó su propio taller de reparaciones y atención al público en su propia casa. En ese lugar, se hacen afilaciones de cuchillos y herramientas de filo como hojas de sierra, cortadoras de fiambre, y discos de picadoras. A todo eso, le fue anexando todo lo que son repuestos y condimentos para carneadas para ofrecerle más alternativas al cliente en un mismo lugar. También, se dedica a la restauración de máquinas picadoras y cortadoras de fiambre, tanto sea reparación como mantenimiento. “Hago todo lo que está relacionado a la carnicería y fiambrería”, resumió.
También, sumó como para ampliar el servicio de afilación, lo que son tijeras y peines de peluquería canina y humana. En el taller de afilación, se trabaja tanto para comercios como para particulares.
Todo lo que tiene que ver con la afilación es a través de un proceso manual. “En el tema cuchillos, al estar trabajando en una carnicería me ayudó a conocer cómo se debe hacer, tener en cuenta de no quemarlo, templar bien el afilado, entre otras cosas; pero todo a mano, en piedras de agua”, explicó.
Sobre si hubo cambios en el oficio con el tiempo, Luis consideró que con el avance de la tecnología “se han ido mejorando, sobre todo, en la parte de máquinas, pero la mayoría de las cosas se siguen afilando de forma manual, aunque algunas se hacen con la ayuda de la tecnología, usando alguna maquinaria específica”. También, destacó que se nota la diferencia entre un cuchillo bueno y otro no tanto, “ya sea en el acero con que está hecho, en el desgaste o agarre cuando pasa por la piedra, porque el filo queda distinto y se nota. Además, depende mucho cada cuánto se afila y cómo se trata al cuchillo, tiene sus cosas como todo que hay que tener en cuenta. El oficio de afilador es uno de los pocos que queda de manera manual o artesanal y, si bien, hay cosas que se hacen con máquinas pero que son manuales, hay que estar al lado de ellas viendo el trabajo”.
Luis trabaja solo en su propio taller y sólo en la ciudad de Bolívar. Consultado sobre si no hay afiladores, respondió que, en lo que tiene que ver con afilación de máquinas de carnicerías y casa de repuestos, en la zona hay lugares que se dedican a eso; pero lo que no hay es todo lo relacionado al afilado de accesorios de peluquerías, muchos mandan a Buenos Aires, por eso, empecé a hacer cursos y sumar ese servicio. También, trabajo mucho con estancias que hacen todo lo que son pelados para las marcas de animales, para peinar y tusar el caballo, entre otros trabajos donde se necesitan herramientas de corte o de filo”.
En sus casi 20 años de trabajo con su taller, Luis consideró que ha sido una evolución de menor a mayor: “Desde que arrancamos hasta ahora ha sido bueno, cada vez con más clientes, porque si bien es cierto que lo que hago no es muy notorio y hasta no tengo casi nada de publicidad, el boca a boca ayuda mucho a que uno sea conocido. El agregar cosas algo al negocio suma como, por ejemplo, todos los condimentos para las carneadas, así cuando alguien trae las herramientas para afilar, puede contar con ese servicio también”.
Luis dijo que “es un lindo oficio, a mi que me gusta todo esto de lo manual y estar armando y desarmando máquinas”.
De pensar en tener su propia carnicería a concretar el taller de afilación fue “un cambio notorio” sostuvo Luis. Y agregó que “antes estaba atrás del mostrador atendiendo a clientes, si bien seguí con algo parecido; pero se trabaja diferente en cuanto a la atención y relación con ellos”.
Con respecto al trabajo, consideró que “hay bastante en mi rubro y con la situación actual, donde se complica comprar máquinas nuevas porque antes era más accesible comprar, muchos se vuelcan por arreglar la que ya tienen. Hoy, se nota que muchos tratan de restaurar lo que tienen por un tema de costos. Antes, se rompía y la dejaban de repuesto y compraban una nueva, hoy se trata de arreglarla y seguir con la misma”.
Luis prefiere trabajar en su propio taller para estar más cómodo y poder desarmar la máquina. “Un afilado lo puede hacer en el local, pero trato de trabajar en mi taller donde tengo todo lo necesario. También es incómodo trabajar en un negocio porque hay público, horarios de atención y demás. Mi servicio es ir a buscar la máquina, las reparo y las vuelvo a llevar o la vienen a retirar”, precisó.
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