De tradición, rematador de antigüedades

11/02/2022 - Corralón “Fabián” continúa una actividad habitual en la historia de los pueblos. “Sabía que este oficio iba a ser para siempre porque me gusta”, afirma Constantino, después de tres décadas en el rubro.
Fabián Andrés Costantino va a cumplir, en el próximo mes de marzo, 32 años en el rubro de remates y venta de antigüedades. Continuador de Carlos Peralta, donde comenzó a entablar relación con la actividad, hoy es uno de los dos seguidores de esa práctica comercial. Remates a domicilio o en el local, sensibilidad en el diálogo y acuerdo de precios, hacen del rematador una receta para sostenerse entre el mercado, la nostalgia y la búsqueda de tesoros.
En el comienzo de la entrevista, Costantino, contó detalladamente cómo fue el comienzo en este trabajo, que se convertiría, en su actividad central. “Comencé en el año 1990 con Carlos Peralta, en un local sobre avenida Alsina, muy cerquita del Hotel San Carlos. Al año siguiente, nos trasladamos a la conocida esquina de avenida 25 de Mayo y Mitre, siempre dedicados al tema de antigüedades, negocios inmobiliarios, casa de remante y todo lo que venía haciendo Peralta”.
Iniciado en el rubro, continuó hasta el fallecimiento de Peralta, momento en que toma las riendas del negocio por su propia cuenta. “Cuando empecé lo tomé como un trabajo más; pero de a poco me fue gustando cada vez más. Al principio, era el que acomodaba las cosas cuando se realizaban los remates y después empecé con la venta de muebles y todo el resto de las actividades”, recordó.
Luego de estar muchos años en el local de avenida 25 de Mayo, frente a la plaza de la estación, se mudó a calle Mitre y ya se volvió como una marca registrada de la ciudad, después de tantos años de trabajo. “La gente sigue viniendo como siempre”, resaltó.
Además de encontrar antigüedades de todo tipo, en Corralón Fabián “siempre seguimos con los remates, aunque el año pasado no dimos por el tema de la pandemia; pero vamos a empezar de nuevo”, avisó el propietario.

En lo referido a la venta de antigüedades, no hay muchos lugares en Bolívar. “Ahora somos dos, Sergio (Croce) y yo”, enumeró Fabián, al tiempo que agregó que “últimamente hay mucha gente que vende a través de las redes sociales; pero los que estamos todo el tiempo con un local de venta, somos nosotros dos”.
En lo que es específicamente elementos antiguos, cada vez se consiguen menos cantidad. Sobre este tema, Costantino consideró que es “porque se van terminando, aunque en Bolívar hay muchos objetos antiguos en algunas casas”. El tema pasa que como muchos venden en forma particular a través de las redes, entonces, “hay más variedad, no sólo en lo referido a lo antiguo, porque nosotros vendemos de todo, como aberturas, muebles, herramientas, etc., cosas que también se ponen a la venta en forma particular, usando medios virtuales”, explicó.
Es sabido que para la adquisición de objetos que tienen una antigüedad notoria hay un público siempre esperando; pero Costantino hizo la salvedad que “ya no es como antes, aunque hay gente que busca esas cosas, sobre todo, los jóvenes”.
Corralón “Fabián”, se instaló a lo largo de sus 32 años de vida, no sólo en Bolívar sino también en una amplia zona de incumbencia, “no quiero nombrar clientes que vienen de algún lugar porque realmente llegan de muchos sitios a comprar”, declaró.
Consultado sobre cómo es ponerle precio a un objeto antiguo, que ya de por sí, tiene un valor agregado por ser tal, Fabián respondió que “es así y nosotros estamos en el tema. Generalmente cuando vamos a comprar, le damos un valor y si al vendedor le sirve, se concreta la operación. Igualmente, la gente sabe el valor aproximado de lo que puede valer y volvemos al tema de las redes sociales ya que hoy en día, te fijas en Mercado Libre y si vos tenés un ropero provenzal para vender, ahí sabes lo que puede valer, hay una referencia y no es como antes”. Más allá de esto, “los valores para estos objetos no son altos, se han equiparado bastante porque lo nuevo es caro”, aclaró.
Hay ciertos objetos o elementos antiguos que tienen la peculiaridad que son únicos o no se hacen más y es eso lo que le da ese valor extra y esa es la base “para defender un poco más el precio; pero los valores son bastante parecidos a lo de un producto nuevo”, aseguró el comerciante.
En cuanto a los remates tradicionales, hay que hablar de dos tipos: los que se hacen en una casa o un lugar y los que se realizan en el corralón. En los primeros, consideró que “las cosas se venden mejor y en los locales, se dan precios más razonables, siempre un poco más barato; pero las liquidaciones que se hacen en otros lugares se pagan bien y esos valores no sólo les caben a las cosas antiguas, sino a todo lo que se vende en general”.
Con respecto a la concurrencia de público a los remates, Fabián no dudó en afirmar que, “casi siempre es la misma; pero es un número importante que asiste. La gente de los remates, donde se enteran que hay uno, seguro que concurren y son 40 o 50 personas con las que contás seguro, más otros que se suman; pero repito que casi siempre es la misma gente, es como un público cautivo”.
Corralón “Fabián” hace remates en su propio local y las liquidaciones afuera, es decir, en casas particulares que, por algún motivo, deciden hacer un remate con lo que hay en el interior. “Generalmente, cuando alguien fallece y quedan los herederos que no se reparten la cosas y deciden rematarlas”. En el corralón, “lo que hacemos es publicitar la fecha del remate y la propia gente empieza a traer las cosas que tiene para vender. Siempre tratamos de hacer uno por mes, el último sábado y domingo de cada mes, aunque por el tema de la pandemia dejamos de hacerlo; pero pronto vamos a volver a realizarlos. En estos momentos, tengo tres liquidaciones afuera que son importantes y después ya arrancaríamos acá”.
En cuanto a cómo está la situación actual, afirmó que “es como todo y es un momento difícil; pero se vende bien, por lo menos yo”. Y con relación al rubro de elementos, muebles y objetos antiguos, respondió que “esto es lo que más me gusta. Yo vengo al negocio con muchas ganas, prefiero estar acá y no en mi casa”.
Fabián hoy tiene 55 años y, se inició en este oficio, a los 24 años, con lo cual, lleva casi más de media vida dedicada a este trabajo. En sus comienzos, estuvo al lado de Peralta, de quien aprendió como era este mundo y según sus propias palabras, “creo que, en el ramo de antigüedades, era el único en ese entonces. Y además de tener un negocio reconocido, sabía; pero sabía de verdad”, destacó.
En este tipo de negocio se aprende todos los días y requiere estar mucho tiempo. “Uno también aprende de la gente, porque muchas personas conocen mucho de antigüedades. A veces hay cosas que ni sabés para qué son y los que saben o compran esos objetos, te van explicando y uno va aprendiendo, más allá que tuve a Peralta que me enseñó bastante”.
Todo lo que gira en torno a la compra y venta de antigüedades es como si fuera un mundo aparte. “Es un rubro muy específico y particular a la vez. Imagínate que, hasta yo con el tiempo, empecé a guardar cosas, tengo colecciones de encendedores, de botellas antiguas, latas... Eso no lo vendo, me lo quedo para mí”.
Costantino no utiliza mucho las redes sociales para difundir su negocio. Explicó que “solamente publicito los remates mensuales o los que hago fuera del local. No me gusta esa forma, prefiero estar en el negocio y atender a la gente”, manifestó.
Sobre si con el paso del tiempo, imaginaba que podía permanecer tantos años con el negocio, Fabián respondió que “ni bien comencé no imaginaba esto; pero al pasar poco tiempo, ya sabía que este oficio iba a ser para siempre porque me gusta, es un negocio que pese a lo difícil que está todo, es rentable, por eso, acá sigo y seguiré”.
En este tipo de negocio, además del horario comercial, que Costantino definió como “sagrado”, se suma los días de los remates, que, por lo general, “son el último fin de semana de cada mes; pero es lo que me gusta”. Por último, agradeció a todos los clientes que “hace más de 30 años siguen viniendo como desde el primer día”.
“Corralón Fabián” se encuentra en calle Mitre 369, en el horario de 9 a 12 horas y por la tarde, de 16 a 20 horas.