Distribuidora Coutoune: Garrapiñadas made in Bolívar

Distribuidora Coutoune: Garrapiñadas made in Bolívar

17/01/2022 - Los emprendedores que empezaron desde la nada hoy abastecen un mercado regional y nacional. La distribuidora Coutoune sigue en expansión, agregando productos y servicios. También productos propios como su línea de garrapiñadas San Carlos.

Horacio Rubén Coutoune siguió con la tradición de su padre al darle continuidad a la distribuidora, en la cual lleva 41 años. Y también, eligió seguir con la fabricación artesanal de garrapiñadas, aunque su padre lo hacía en forma casera y sólo para sus nietos. Hoy, los productos “San Carlos”, llevan 25 años en el mercado de Bolívar, la zona y el país. La línea sucesoria la sigue trazando el hijo de Horacio, Franco que ya lleva 20 años acompañándolo en el comercio.

 

Las elaboraciones que hacen en forma artesanal son garrapiñadas, garrapiñadas de almendra, turrón de arroz inflado y confites de chocolate.   

Horacio Coutoune, empezó con la fabricación de garrapiñadas artesanales, que dio en llamar “San Carlos”, en el año 1996. En el inicio de la entrevista, Horacio explicó que “nunca pensé que iba a llegar a hacer garrapiñadas, porque siempre mi padre, comenzó tostando maní, con una máquina muy antigua que todavía la conservo. Era a keronese, después la pasé a gas para, en ese entonces, sólo tostar el maní”.

El maní, ingrediente central para la garrapiñada, venía crudo y en los principios de los años `80, el padre de Horacio hacia garrapiñadas en una olla común para sus nietos (los hijos de Horacio y de su hermana). “Yo en ese momento no le daba importancia. Luego, falleció mi padre en el año 1983 y un día leyendo el diario Clarín, cuando ya habían pasado unos cuantos años, vi que una persona de Buenos Aires vendía una palia para hacer garrapiñadas. Ahí se me encendió la lamparita y la idea de hacer garrapiñadas en forma más industrial. Finalmente, compré la palia y ellos me prometieron que me iban a enseñar; al principio no me salían; pero como tenía contactos en Córdoba, de donde yo traía el maní crudo, vino un día un cordobés y me enseñó con el mismo sistema que seguimos teniendo hasta ahora. Arrancamos en el año 1996 con mi señora porque los chicos estudiaban y después, se incorporó Franco, donde compré una máquina automática que envasa 40 bolsas por minuto. Así, se sumó mi hijo y también, tenía un primo que fabricaba con otra palia”. El circuito se cerraba con un viajante que “nos vendía en todo el país, desde Saladillo, Roque Pérez, Buenos Aires, Mar del Plata, San Nicolás y muchos lugares más. Mi hijo Franco, las llevaba a un lugar de Buenos Aires y de ahí, por medio de compañías de transportes, se distribuían”.

Hubo cuatro o cinco años que la producción y venta de garrapiñadas funcionó muy bien; pero después, según expresó el propio Coutoune, “me acobardó un poco, porque son tres meses que hay que trabajar muy fuerte, aunque también intenté vender durante todo el año, en paquetes más chicos como golosina; pero no se vendía”.

Desde el año 1996, fabricaron garrapiñadas en forma artesanal hasta hace tres años atrás. “Paramos unos años con mis hijos, porque se sufre el calor al lado de la máquina, nosotros sacamos por cada horneada de media hora o cuarenta minutos, 20 o 22 kilos de garrapiñadas. Pero vale la pena hacerlo porque se vende muy bien. Hicimos un cese en la fabricación, después vino la pandemia, hasta pusimos en venta la máquina y la sacamos de la distribuidora para ponerla en un galpón que tengo en la quinta. Estuvimos a punto de venderla; pero el comprador después no quiso y, por otro lado, la gente nos pedía las garrapiñadas. Por eso, este año, aunque comenzamos tarde, volvimos a producir”. El trabajo volvió en el mes de octubre y un poco antes con los turrones de arroz inflado, que “es un invento puro y exclusivamente mío y de mi señora, hasta fabriqué el cortador. Se hace en la misma palia de las garrapiñadas y lo único que tiene es azúcar derretida y el arroz. Fue algo que este año se vendió muchísimo. Las garrapiñadas llevan agua, azúcar y maní. Al principio, le echaba esencia de vainilla; pero no toma el gusto o el sabor”. Del envasado se encarga él mismo, “con una máquina medio complicada o también Franco. Es todo familiar”, definió.      

Coutoune explicó que es muy distinto hacer garrapiñadas en una olla que en una máquina. “Tiene un proceso distinto, queda más cocido el maní y le da otro toque”.

Este año, hubo un cambio con respecto al envoltorio de los productos “San Carlos”. Horacio destacó que “cuando los busquen en los negocios van a ver que hay un cambio de colores: Antes era amarillo y rojo y ahora, para hacerlo más rápido, lo hicimos en papel rojo y blanco, es decir, que tiene otra presentación”.

El maní con chocolate, de la misma marca que las garrapiñadas y el turrón de arroz (San Carlos), lo hace un amigo de Coutoune en Buenos Aires que también hace garrapiñadas y muchas veces asesora a Horacio cuando tienen algún inconveniente con la palia.

La materia prima para la producción se consigue sin ningún problema. El dueño de la distribuidora, destacó que “este año compramos insumos más caros porque nos decidimos volver a fabricar tarde; pero en realidad, el azúcar y el maní se compran en agosto para tener mejor precio. Por ejemplo, ahora el maní subió un 20 por ciento; pero nosotros seguimos con el mismo precio”.

Sobre cómo fue la instalación de la marca de los productos que fabrican en el mercado, Coutoune, sostuvo que “logramos imponernos”, al tiempo que agregó que “en la entrada a Buenos Aires, hay un supermercado muy grande, sobre Ruta 3, que le vendimos durante muchos años y mucha cantidad. Este año, pasamos a saludarlos y nos pidieron garrapiñadas, aunque sea para ellos y quedó el pedido para el año que viene, ya que uno de los empleados de la distribuidora le ha tomado muy bien la mano a la fabricación de los productos, sale de acá y se va a producir. Esto le rinde a él y a nosotros también”.

La idea es volver a fabricar los productos navideños para el año que viene porque “ya tenemos algunos insumos comprados. Por ejemplo, el tema de las bolsas laminadas, hay que comprar en cantidad, entonces, compramos como para dos años”.

La fabricación de garrapiñadas requiere de la realización de un análisis del maní para su aprobación y venta en el mercado. “Se hace un análisis de aflatoxina para ver que el maní esté en condiciones. Este tipo de toxina es producida por hongos en diferentes cultivos, como el del maní. Es una peste que sabe tener y si el ser humano lo consume le produce vómitos o diarrea. Se analiza en un laboratorio de 9 de Julio; pero por lo general, el maní que compramos es difícil que lo tenga porque ya viene seleccionado. Nosotros, el maní lo traemos de Córdoba”, sostuvo. Luego, hay que llevar una bolsa de garrapiñadas a La Plata, donde la analizan y estudian y “te dan el número de inscripción. Este trámite se hace cada cinco años”.

Para la producción siguen usando las mismas máquinas. Las palias son las de cobre puro y tienen una capacidad para 25 kilos de garrapiñadas. La envasadora automática es a aire y eléctrica y envasa 40 bolsas por minuto.

Estos productos que, empezaron a hacer desde hace ya 25 años, se suman a todo lo que ofrece la Distribuidora Coutoune. “Todo esto nos da una mano grande y se suma a la línea de fiesta que tenemos de “Don Yeyo” como pan dulce y otros productos navideños y nos aporta un poco más. Otros años hemos hecho combos con garrapiñadas, budines, pan dulce y demás; pero este año, no lo alcanzamos a hacer porque hubo retraso en las entregas”, detalló.

En la distribuidora, Horacio se inició en el año 1980, ya lleva 41 años; pero la historia se remonta más atrás. Contó que “mi viejo estuvo 15 años, él fue quien empezó con galletitas, tostadora de maní, vendiendo productos de Pasquini de Olavarría y haciendo el reparto. Luego, yo se lo compré en el año 1980, más adelante mi hijo se fue a estudiar y volvió para sumarse hace cerca de 20 años, agrandando la distribuidora y sumando otros lugares de reparto como Daireaux y Urdampilleta. Yo me dedicaba a la zona rural como Del Valle, Hale, Ordoqui, Recalde y demás. Franco añadió más servicios, más empleados, más vehículos y hasta una cámara para vender hamburguesas y productos congelados”.

La idea es seguir la impronta familiar que comenzó el padre de Horacio y abuelo de Franco. “Esto lo arrancó mi padre cuando se quedó sin trabajo haciendo el reparto en un Ford A. Yo era mecánico y trabajaba en la agencia Fiat, después compró un jeep que se lo reparé todo y luego, otra camioneta. Y con ese mismo vehículo empecé yo con el reparto; pero en esta misma casa donde hoy está la distribuidora, tenía el taller y trabajaba sábado y domingo como mecánico. En la casa de mi padre, en calle Dorrego, estaba la distribuidora y los días de semana salía a hacer el reparto”, recordó Horacio.   

Más adelante, trasladó la distribuidora a su casa, en calle Falucho, luego de construir un galpón para almacenar la mercadería, hace aproximadamente 30 años.

Coutoune se mostró conforme con el paso del tiempo y con que siga la línea sucesoria dentro del emprendimiento. “La clientela reconoce el servicio que le dimos durante tanto tiempo, ya sea mi padre, yo y hoy, mi hijo”.

Contacto: Falucho 64, TE 2314 415081, Facebook: Distribuidora Coutoune, Instagram distribuidora_coutoune

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