El daño auditivo como alerta en la salud

28/06/2025 - Manuel Flores, médico otorrinolaringólogo, define que su especialidad que reinserta pacientes a la vida social. Desde la temprana edad a los últimos años, la devolución del oído resocializa a las personas e incrementa su nivel cognitivo. Hoy, el trabajo sonoro sin protección, el uso de auriculares y los dispositivos móviles, están acrecentando las dificultades de audición a edades más tempranas.
El médico otorrinolaringólogo Manuel Flores proviene de una familia vinculada a la salud. Es el titular de la especialidad en Bolívar, explica su historia y la especialidad en un vínculo con la contribución a la salud comunitaria.
Inició su carrera en el hospital de Gonnet, con el inconveniente “de ser la mano de obra barata; ya esperábamos a nuestro primer hijo, comencé en julio y en noviembre cobré por primera vez. Eran 100 Lecops, pasamos por el supermercado y duró diez minutos”. En ese lugar “había un otorrinolaringólogo muy conocido en La Plata, Esborrat, que operaba mucho ahí; lo comencé a ayudar en algunas cuestiones, y establecí que realmente me gustaba la especialidad”, a lo que se sumó la influencia de su tío, también platense y dedicado a esa especialidad en la Clínica de Niños.
En 2003 “me decidí, al año siguiente rendí la residencia en La Plata, y así entré primero en el ranking”, momento en que debía decidir qué destino tomar con su familia, si quedarse en una gran ciudad a meter horas de guardia o migrar hacia alguna provincia. “Yo observaba mucho a la gente de la gran ciudad a mi alrededor, y la mayoría la pasaba mal, estaban separados, se lo pasaban haciendo guardias, los fines de semana en el hospital. Me visualicé a mis 50 años y no quería esa vida para mí, para estar en familia, o ir a algún lado”, dice.
Más allá de la historia familiar, la decisión la tomó con su esposa. “Nosotros hacíamos una vida de ciudad grande que no nos gustaba con los chicos, por ejemplo, no teníamos auto, y para llevar al nene a un cumpleaños, como no había suficiente dinero, lo llevábamos en taxi y yo volvía caminando, el proceso inverso lo hacía Yani. Decidimos que ese no era el lugar para que ellos crezcan, y en lugar de probar suerte en algún otro lado, decidimos venir a donde estaba nuestra familia”.
El otorrinolaringólogo es un rara avis de la medicina. Flores entiende que “una posible causa es la híperespecialización, hay profesionales que son otólogos, rinólogos o gente que hace solamente vértigos. Por hablar de algo general, no hay tantos. Si querés hacer un implante coclear necesitás un equipo, una tecnología y un quirófano particular, que no lo tenemos todos. Acá hago un montón de cirugías, y otras que no puedo realizar porque hasta necesitamos un contexto de rehabilitación, controles y cuestiones técnicas que se requieren; son cosas que no abundan. Hoy se produce más en espacios específicos”.
El 25 de junio se celebra el Día del Otorrinolaringólogo, en donde se puede observar la importancia de la especialidad en el impacto de la salud, desde los primeros a los últimos días de vida. Flores interpreta que puede darse en ejemplos “como en un chico sordo, abordado desde la hipoacusia, será un chico que no habla, no se desarrolla y no tiene un contacto con el exterior. Hoy tenemos una sociedad muy ruidosa, desde la contaminación a la comunicación. Creo que tiene que ver con la detección de la hipoacusia, o la evaluación de muchos chiquitos que tienen patologías respiratorias, lo que después tiene impacto en el mal desarrollo maxilofacial, nasal, odontológico”.

Desde su profesión “lo que más atendemos son chicos, porque la no resolución de ciertas patologías hace que el chico tenga esas alteraciones, con todo lo que implica en el desarrollo de un futuro adulto”.
Para el médico la vinculación con los pacientes es central. “A mí me formaron con el concepto que es más fácil y rápido hacer una otoscopía que no atender al paciente. Te miro el oído y te vas en cinco minutos, y explicarte que no te voy a tender lleva quince; y para un paciente hipoacúsico, un tapón de cera es una urgencia. Una persona que usa un audífono, con un tapón no escucha, y el audífono no le funciona, y yo con una maniobra realizada con una pinza, lo devuelvo al mundo. Una cirugía de garganta tampoco es una cirugía compleja, de rápida recuperación y genera en el chico un cambio notorio en un par de días, es alguien que respira, habla y escucha mejor. Eso lo ves la familia completa cuando vuelven a control, les cambia hasta la expresión; y eso lo pude apreciar cuando volví a Bolívar, porque había una continuidad en la relación. Hay cosas cotidianas que les cambia la vida, desde que dejan de roncar y los padres van a ver si está respirando, o que observan que bajan el volumen de la televisión, y eso está buenísimo”.
Creo que la importancia de la profesión tiene que ver con el desarrollo de los niños en las primeras infancias, donde detectar una hipoacusia es importante a futuro
En cuanto a las edades de control, el médico vuelve a contextualizar: “cuando yo comencé mi carrera, la nuestra era una especialidad de tercer nivel, primero lo veía el pediatra, el clínico, y si ellos no lo podían resolver, nos mandaban al paciente. Ahora vienen de primera instancia, algunos vienen directamente a sacarse una duda. Con los chicos, desde que nacen en donde le hacemos la otoemisión en el hospital, y luego se hacen consultas cuando respiran mal, roncan, o por un déficit de atención. A nosotros nos llegan muchas consultas por fonoaudiólogas desde los colegios ante la aparición de algún problema educativo y así descartar algún problema auditivo. En general es muy raro que vengan antes de los cinco años por un control rutinario, yo me encuentro gente grande que viene por primera vez. Generalmente se les observa el oído y la garganta, antes se operaba mucho, ahora es mucho más protocolizado ese tipo de intervenciones”. Sin embargo, destaca que no es necesario un control rutinario, “pero sí en aquellos que tienen alguna patología de oído, que lo hagan anualmente, sea cera, supuración o perforación”.
Del otro lado de la vida, también es necesario prestar atención. “Nosotros tenemos una patología que se llama presbiacusia, que es paralela a la presbicia, un envejecimiento desde los 45 años, es una pérdida lenta y paulatina de la audición, y se manifiesta mucho más después de los 65, y no se observa con la falta de audición, sino con el no entender, no es cuestión de volumen, sino de claridad, vocalizar, hablar de frente, etc. Además, la vida del paciente lo condiciona, por ejemplo, si ha trabajado con ruido, un tractorista, chapista, carpintero, albañil o que usa una amoladora, todo aquel que se dedique a una actividad que tenga ruido y no use protector adecuado; todo lo que implica el trauma acústico se suma a la presbiacusia y hace que la pérdida auditiva se manifieste mucho antes, y la única cura que tiene es un audífono. Yo intento que el paciente venga a consulta cuando para ellos sea un conflicto social o laboral, donde no puede participar en relaciones sociales, produce un aislamiento. Si usa audífono, está demostrado que mejora su nivel cognitivo”. Allí entra otro factor externo, él trata que el uso de “audífono se lo considere en relación al paciente y no al estudio, porque si lo hacemos en base a la audiometría, tendríamos que usar casi todos. Entonces, la consulta, después de los 50 años debería ocurrir, pero sí donde social o laboralmente comience a tener impedimentos, debe hacerse antes”.
Un aspecto que tiene que ver con la generación actual es que son nativos digitales y han nacido usando auriculares. Es un “problema gigante, lo que antes considerábamos trauma acústico hoy se define como daño inducido por ruido que se ve en pacientes expuestos a sonoridades expuestos a más de 80 decibeles durante un tiempo prolongado. Generalmente se entiende que, a esa exposición por 8 horas diarias, no tendrías problema. A partir de los tres decibeles de aumento, la exposición se reduce a la mitad; es decir es que a 83 dB debo estar 4 horas diarias, y si lo extrapolo a 120, serían diez minutos, lo que equivale a ir al boliche o a un concierto de rock, pero también al uso de auriculares. Ahora estamos viendo daño auditivo en jóvenes menores a 30 años, se trata de una lesión irreversible y progresiva”, alerta el médico. En el mismo sentido, “se está viendo con los celulares, con la radiación no ionizante, que produce en los jóvenes lesiones en el nervio auditivo, incluso en las antenas de 5G. un celular está siempre buscando antenas, por eso al acostarnos deberíamos tenerlos a más de un metro de distancia, hacer uso del manos libres para no tenerlos cerca del oído, no usarlos en movimiento porque siempre están buscando señal”.
En lo último es donde enfatiza los problemas de sanidad a futuro, “hay que prevenir el daño inducido por ruido, porque si no lo hacés, en una pérdida leve, de 30 decibeles lo empezás a disminuir a los 30 años, y como es progresivo, en poco tiempo no llegás a escuchar a tus nietos, cuando los tengas. Es algo vital”.