Las pantallas afectan la salud de los niños

Las pantallas afectan la salud de los niños

12/11/2025 - El pediatra, Pablo Flores expone los efectos nocivos del uso de dispositivos en nuestros jóvenes. “Está mal y lo sabemos los adultos”, por lo que propone la reducción en su uso, la vuelta al ocio y el aburrimiento, reglas familiares en el que los mayores den el ejemplo.

Pablo Flores, médico pediatra, padre de preadolescentes, ha comenzado una serie de charlas públicas acerca de “pantallas y primera infancia”.

El punto de partida fue la visita a Bolívar de un colega y amigo, “Mauricio Pederzoli, un neurólogo infantil -conocido por su compromiso con la problemática de las infancias frente a las pantallas-, con quien compartimos la facultad y la residencia, él venía observando que concurrían al consultorio chiquitos con supuestos diagnósticos de autismo, que, al ser interrogados, estaban todo el día con la pantalla. Al sacarles las mismas, empezaban con el diálogo y la conexión con el resto. Él en ese momento realizaba un blog que se llamaba Adictos en pañales, para dar a conocer la problemática. Ahora es jefe de sala del Hospital de Niños Sor María Ludovica, vino a Bolívar a presentar su libro -con el mismo nombre-, y ha hecho una militancia del tema al punto de lograr sacar una reciente ley en la provincia de Buenos Aires para prohibir el uso de teléfonos en jardines y escuelas primarias”.

Acerca del impacto de las pantallas en los niños, Flores interpreta que hay que hablar de “la crianza y los valores que ponemos en ello”. Para ello retoma el trabajo de un referente histórico de la pediatría, “Florencio Escardó, un pediatra del Hospital de Niños de Buenos Aires, un gran personaje, que inicialmente fue el creador de la internación conjunta de niños con sus madres. Él es el que empieza a hablar de crianza en los medios públicos, y lo primero que dice es que no hay que pegarles a los niños, lo que le costó muchas reacciones en contra”. Entonces, “la discusión acerca del uso de pantallas y los niños tiene muchos años. Muchas veces se justifica con que el mundo en el que viven”, por lo que sobrepone a la percepción común la evidencia científica que ya tenemos, “es algo que sabemos que hace mal. Lo sabemos”.

Hace mal, y comienza con una larga enumeración de efectos, como que “afecta el vínculo con los pares, la capacidad de frustración, la visión, en la capacidad motriz y del lenguaje; y cuando más pequeños, mayor es el impacto porque su cerebro todavía está en desarrollo. El uso de la pantalla nocturna genera impacto en el sistema hormonal, y han aumentado un montón los casos de pubertad precoz. Aquí hay varios casos, y es algo que se está viendo en distintos lugares. También estamos viendo muchos más trastornos de salud mental, lo vemos en cada guardia de cualquiera de las ciudades de alrededor, como una crisis de pánico o angustia, y generalmente tiene que ver con el uso de los dispositivos”, a los que se pueden agregar bruxismo, síndrome del cuello escribiente o digital, trastornos de aprendizaje, entre otros.

El pediatra repasa que “la pantalla impide el desarrollo de capacidades, divertimento, hobbies, de aprender a tocar un instrumento; hoy estamos viendo que muchos menos chicos practican algún deporte, que menos sacan el carnet de conducir o desarrollan alguna actividad; es algo que se observa tanto en grandes ciudades como también el ámbito rural”.

Lo que subraya es que “los dispositivos generan más adicción que el televisor. Detrás de esto hay gente que lo diseña con ese fin, está visto que generan el mismo mecanismo de frecuencia variable que las maquinitas del casino, y logran una adicción de abrir, buscar y lograr premios”, visibles en imágenes cerebrales, “parecidas a las de un cocainómano”.

 

En 2023, Meta (Instagram y Facebook) fue sometido a la demanda de más de 40 estados de los EEUU por su desarrollo adictivo y afectar a la salud mental de los jóvenes y niños. Al momento de alertar sobre esos abusos, Flores sostiene que “la sociedad está buscando alternativas, en todos lugares del mundo, y no hay consensos porque es algo nuevo. Por ejemplo, China limita para sus niños determinados contenidos, los anglosajones han prohibido el acceso a redes sociales a menores, en Francia plantean algo escalonado. Cada uno va actuando como puede, ahora nosotros, en la provincia, tenemos una ley”. El médico analiza la necesidad de ir haciendo sobre lo nuevo, y lo compara con “lo que sucedió con el tabaco, se sabía que estaba mal, había muchos estudios, hasta que pasaron décadas para generar algún planteo en serio”

Mientras las elites de los países desarrollados apuntan a volver a la escuela tradicional, a la lectura de libro en papel ante la evidencia monumental del carácter perjudicial de las pantallas, nos cabe pensar en qué hacer desde nuestro lugar. Flores asume que “como adultos sabemos que hace mal, conocemos las consecuencias; y en lo que respeta a las infancias, también lo sabemos. Lo que deberíamos pensar es que todos los días le damos una pastillita virtual para usar durante varias horas, lo otro es pensar en estrategias, por eso hay que hablar de crianza y las decisiones individuales. Hay familias que ponen el teléfono en una caja, yo como adulto debo dar el ejemplo, sobre todo las familias más jóvenes que han nacido con las pantallas. El hecho de poner pautas genera espacios para el diálogo, compartir, jugar, ver películas, después los niños pueden dibujar sobre eso, hay que volver a la foto física -porque eso genera pertenencia a una familia, a un legado. Hay que generar rutinas de juego, al menos 45 minutos. Uno debe pensar, registrar, si uno ha pasado tiempo con ellos, al menos media hora, como reflejo o norma, incluso para uno mismo, porque jugar es tiene beneficios para todos. El deporte, y más en equipo, harán bien a nuestros hijos; estamos ante una generación que está perdiendo la capacidad del juego”, señala.

Hay una cuestión muy filosófica que plantea el médico: “hay que generar tiempo de aburrimiento, porque es el motor del aprendizaje, es necesario tiempo de ocio. De niños, el aburrimiento nos obligaba a imaginar, a jugar, aunque hagamos macanas… no podemos querer que un chico no se porte mal”.

 

Al momento de evaluar las señales a tener en cuenta acerca de alguna situación problemática, define que, “como cualquier adicción, la priorización del objeto de placer que lo genera antes que cualquier otra cuestión. He tenido pacientes que se han hecho pis en la cama por no perder tiempo. A esto se suma la falta de disfrute en espacios compartidos, que se sale de los lugares públicos, que no interactúa ni socializa. Como la vida en sociedad puede ser riesgosa, muchos chicos lo usan como excusa para quedarse en casa. Así, en Alemania había un influencer que tenía tal abuso de pantallas que le provocaba tics, movimientos involuntarios, y sus seguidores comenzaron a copiarlo, de forma que hubo una crisis de tics en el país; eso nos pone frente a un ejemplo de cómo puede provocar trastornos muy importantes”.

Un tema es pararse ante la corriente mayoritaria. Flores insiste con la crianza y los valores, “acerca de lo que está bien o mal, no está bien que un niño me hable en un tono mejicano, o que esté fijo en una pantalla. Tengo hijos, y tengo los mismos conflictos; el mayor tiene una aplicación, Family Link, por el que podemos controlar sus tres horas de uso telefónico fuera de la escuela. La nena, de 11, todavía no tiene teléfono, y eso requiere plantarse, porque todos tienen. Uno debe comprender que cuando uno le da un teléfono a su hijo, lo que realmente sucede, es que le damos un hijo al teléfono, sale de la zona de seguridad, del control, del cuidado. Se da una paradoja, los adultos tenemos miedo al exterior, a la calle, y, sin embargo, nuestros hijos acceden a cualquier tipo de contenidos con un teléfono”.

Uno de los juegos más descargados es el Roblox, “las familias podemos dejarlo entrar ahí, pero que no vaya a jugar a la plaza porque es peligroso. En ese juego conviven niños, jóvenes y adultos, y ha tenido muchas denuncias de grooming (acoso virtual). Realmente estamos desconociendo los peligros que habitan en esos espacios. Es algo nuevo que nos toca como generación de padres. El camino es no usarlo en las infancias.”

La otra cuestión observada por el profesional es la abstinencia, “¿y cuándo sucede?, generalmente en la escuela, que es cuando se lo sacan, es cuando molesta, se pone hiperactivo, incómodo, inquieto, se comporta mucho peor”.

Sin embargo, el médico busca el aspecto positivo. “Está visto que, si quitamos o reducimos el uso de pantallas, el chico vuelve a jugar, a estar con otros. Lo decía Pedersoli, después de tres meses, un chico en situación de adicción, vuelve a la normalidad. Creo que está bueno dar un mensaje positivo, tenemos muchas actividades para compartir”.

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