Los órganos no van al cielo

Los órganos no van al cielo

17/07/2025 - En el hospital de Bolívar, se realizó por primera vez, una ablación multiorgánica de órganos y tejidos, luego del gesto solidario de una familia que decidió donar los órganos de un ser querido. “Si no hay donación, no puede haber trasplante”, definió Maluéndez.

Se realizó la primera ablación multiorgánica en Bolívar. Para acompañar el proceso a cargo de profesionales del Hospital Argerich, se conformó en el Capredoni un equipo multidisciplinario de distintas áreas de nuestra localidad. El médico cirujano José María Maluéndez y la Jefa del Quirófano, Gabriela Ferro, fueron los responsable de ponerlo en palabras.

Hace alrededor de dos meses, se logró concretar una ablación multiorgánica, luego de que la familia de un paciente que estaba internado en terapia intensiva aceptara la donación. “Se trasladó un equipo de profesionales de Capital Federal, más precisamente del hospital Argerich, para hacer la ablación de hígado, riñones y córneas. Posteriormente, a las horas siguientes, fueron trasplantados con éxito los órganos, porque las córneas van a un banco”, precisó el doctor Maluéndez, referente del C.U.C.A.I.B.A en la ciudad.

El facultativo, destacó que “fue la primera vez que se realizó una ablación de órganos de este tipo, desde que Bolívar es un municipio donante”. Para eso, “se formó un equipo de trabajo multidisciplinario, donde realmente se hicieron las cosas en conjunto”.

Sobre la labor realizada, indicó que “se trata de un trabajo de hormiga, que hay que ponerle muchas ganas porque no tiene retribución; pero somos parte de una cadena que empieza con la donación, para luego concretar un trasplante en personas con enfermedades crónicas severas, que dependen de un órgano o un tejido para poder seguir viviendo o incluso, salvar su vida si se encuentran en emergencia. Esas personas, requieren como único tratamiento, un trasplante”.

Frente a este tipo de situaciones límites, la única solución es contar con un donante para seguir viviendo. El médico, sobre este punto, consideró que “nos enteramos muy poco de la necesidad de miles de personas, porque la lista de espera es enorme, que están esperando algún órgano o tejido; pero por suerte, a lo largo y ancho del país, hay cada vez más lugares donde se realizan trasplantes en forma silenciosa. Quizá ya no es noticia; pero si no hay donación, no puede haber trasplante. Por eso, se depende de que en cada lugar se trate de obtener órganos y tejidos a partir de la donación para que se pueda resolver la situación de personas que están muy enfermas”.

Los trasplantes que se realizan, en general, son exitosos ya que los órganos o tejidos recibidos por el enfermo son bien aceptados o puede darse, en algún caso puntual, que sea rechazado por el organismo de quien lo recibe. “Sí, se debe tomar medicación de por vida para que no ocurra ese rechazo. Hay ejemplos que han sido retrasplantados, sobre todo de riñón; pero la gran mayoría vive muchos más años”, explicó.

Haciendo referencia al equipo de trabajo, en lo que fue la primera ablación, donde el doctor volvió a insistir que “la única forma de trabajar bien es en equipo”, estuvieron presentes enfermeras, instrumentadoras, psicólogo, personal de servicio social y administrativos.

Además, y para estar a la altura, todo el equipo se está capacitando y estudiando cursos de C.U.C.A.I.B.A. y del hospital El Cruce sobre esta temática. Son gratuitos, se hacen a distancia y son muy necesarias”, remarcó Meléndez.

Gabriela Ferro, es la jefa de quirófano y es licenciada en instrumentación quirúrgica y estuvo muy presente en el operativo de ablación. “Para ese día, con mis compañeras, armamos un equipo para trabajar en el cuidado del paciente. Esto quiere decir que contamos con personal más que capacitado para poder llevar adelante lo que para nosotros es la recepción del paciente y su seguridad”. En este punto, Ferro destacó que “tenemos la responsabilidad de brindar y garantizar todas las condiciones, desde el armado del quirófano para recibir al paciente y al equipo que va a hacer la ablación, para que tengan la mayor seguridad en cuanto a los protocolos que debemos trabajar”.

Previo a la ablación de los órganos y tejidos, se debe realizar un trabajo de conservación del paciente y “nosotras debemos seguir con esa responsabilidad del mantenimiento de sus soportes vitales para que la ablación sea exitosa”, destacó como algo primordial.

Con respecto a los tiempos, cuando se instalan los protocolos en alerta, “ya nos pusimos a armar el equipo para trabajar y colaborar con las personas que iban a realizar la ablación, dedicándonos solamente a esa tarea. Estuvimos en espera hasta que nos informaron el horario que iba a venir el equipo desde Buenos Aires y ya empezamos a organizar todo lo necesario. Los profesionales que llegaron lo hicieron con todo su material y les llamó la atención nuestro quirófano por la aparatología que tenía. Le brindamos el soporte de pocos materiales; pero sí el acompañamiento humano para estar y seguir el proceso de ablación”, describió Ferro.

Todo el proceso de ablación fue realizado por el personal que vino de Buenos Aires, el equipo multidisciplinario que se armó en el hospital, colaboró en todo lo que ellos necesitaban, desde vestirse hasta estar en cualquier cosa que necesitaran: “se ayudó en el soporte anestésico y, hasta que se retiró el equipo, siempre estuvimos pendientes para cubrir cualquier situación que pudiera surgir”.

El trabajo no solo pasa por dejar todo preparado y mantener al paciente con los signos vitales para la ablación, sino también, hay familiares que decidieron donar los órganos de un ser querido para darle vida a otros pacientes: “teníamos esa doble exigencia, tanto el cuidado de la donación de órganos, que no es en vano y que todo esté en condiciones y, por otro lado, el cuidado de la persona al fallecer, ese respeto y ese tratamiento para la persona hasta su último momento”.

El trabajo que se realizó en el quirófano duró aproximadamente cinco horas. “Nosotras vinimos una hora antes, el equipo de Buenos Aires, estaba desde la mañana para hacer el trabajo”, precisó Ferro.

La jefa de quirófano no quiso dejar pasar por alto y dar a conocer el mensaje del doctor que estuvo a cargo de la ablación, “quien expresó un agradecimiento a la familia de la víctima por el noble gesto de haber donado los órganos y tejidos”.

Si bien no es la primera vez que se hace este trabajo, Ferro destacó que “fue la primera vez que se trató de una ablación multiorgánica y con un equipo, donde el doctor Maluéndez era el coordinador y teníamos que cumplir con las tareas, desde el traslado de UTI hasta el quirófano que, si bien es un tramo corto, es indispensable la ventilación y la coordinación para que estuviera toda la aparatología encendida para poder conectar el respirador a la máquina de anestesia. Todo requería que hubiera un buen engranaje para que no se perdiera tiempo y no fallara nada”.

Por último, el doctor Maluéndez sostuvo que “lo que es ablación y extracción de órganos empieza, por lo general, en terapia intensiva. A veces, un día antes como ocurrió en este caso, cuando llega el primer equipo que no es el de ablación, sino que es un grupo técnico que certifica la muerte, una enfermera que se queda cuidando ese paciente, más todo el trabajo del personal de terapia, médicos y enfermeras para sostener ese organismo en funcionamiento para que los órganos no se deterioren ante una persona que está fallecida y quizá, es lo que cuesta entender, y que se van a transformar en órganos donantes para otras personas. Por eso, es central, mantener sus signos como la presión, respiración y el oxígeno, entre otros puntos, que requieren un trabajo previo que, si no se hace bien, lo que viene después fracasa. Es un trabajo complejo que sólo puede lograrse si se hace en equipo”.

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