Menopausia y sexualidad

17/07/2025 - Una etapa de cambios, pero no de final. La transformación de la mujer reclama diálogo, autoconocimiento y control profesional.
Durante décadas, la menopausia fue vista como el punto final de la vida sexual de la mujer. Pero hoy, la ciencia y la experiencia de millones de mujeres en el mundo demuestran que ese paradigma está cambiando. La sexualidad en la menopausia no se termina: se transforma.
La menopausia —que marca el fin de los ciclos menstruales, generalmente entre los 45 y 55 años— trae consigo cambios hormonales profundos, especialmente la disminución de estrógenos y progesterona. Esta variación puede generar síntomas físicos como sequedad vaginal, sofocos, insomnio, o disminución del deseo sexual. Sin embargo, estos cambios no implican necesariamente una pérdida del placer o del interés sexual, sino que exigen una nueva forma de habitar la sexualidad.
En algunos casos ello puede comenzar con la perimenopausia, es decir hasta una década antes de la menopausia. Si no se aborda correctamente, desde lo profesional y desde la pareja, puede llevar a una incomodidad en las mujeres que, con el incremento de la esperanza de vida, pude ocuparlas un tercio de sus vidas.
Según la Sociedad Internacional de Menopausia (IMS) y la Asociación Argentina de Ginecología Endocrinológica, una gran parte de las mujeres en esta etapa continúa teniendo vida sexual activa, y muchas afirman sentirse más libres, con mayor autoconocimiento y menos presiones externas.
“El deseo puede cambiar, pero no desaparece. Lo que se modifica es la forma en la que el cuerpo responde, y para muchas mujeres eso implica redescubrirse, aprender nuevas maneras de dar y recibir placer”, señala la médica ginecóloga Marisa Labovsky, especialista en climaterio y sexualidad.
Uno de los síntomas más comunes es la sequedad vaginal, que puede generar molestias durante las relaciones sexuales. Para esto, existen tratamientos efectivos: desde lubricantes y humectantes vaginales hasta terapias hormonales locales, siempre bajo supervisión médica. También se ha comprobado que la actividad sexual frecuente —incluida la masturbación— ayuda a mantener la lubricación natural y la salud del tejido vaginal.
En paralelo, muchos factores psicológicos y culturales influyen en la vivencia sexual. Algunas mujeres se sienten liberadas de la posibilidad de embarazo y las exigencias externas, mientras que otras enfrentan estigmas sociales que aún asocian el deseo femenino con la juventud. Sin embargo, cada vez más voces reclaman que el placer no tiene fecha de vencimiento.
La sexóloga clínica Silvina Valente, presidenta de la Asociación Argentina para la Salud Sexual, afirma: “El principal cambio que necesitamos es cultural. Acompañar a las mujeres para que reconozcan que la menopausia es una etapa válida, con derecho al placer, al deseo, al cuerpo propio”.
En este sentido, los espacios de diálogo, los controles médicos regulares, y la comunicación abierta con la pareja (si la hay) son claves para vivir esta etapa con plenitud. También lo es la actividad física, una alimentación saludable, y el cuidado de la salud emocional, que impacta directamente en el bienestar sexual.
La menopausia no debe vivirse como una renuncia. Es, como cada etapa del ciclo vital femenino, una transición. Y como toda transición, puede traer desafíos, pero también oportunidades para redefinir la intimidad, la autoestima y el disfrute.