Mercados Bonaerenses: Un lugar para comprar y vender

Mercados Bonaerenses: Un lugar para comprar y vender

09/06/2023 - Es un programa del Ministerio de Desarrollo Agrario provincial, que promociona la producción y el consumo de alimentos, acercando a productores y consumidores, a través de una red de ferias y mercados en toda la provincia. Bolívar, a través de la Secretaría de Asuntos Agrarios, se sumó este año a esta iniciativa y ya lleva realizando cinco ediciones.

Todos los segundos miércoles de cada mes, y desde este año, la plaza Mitre cambia su paisaje, cada vez que se instala toda la logística para poner en marcha “Mercados Bonaerenses”. Sobre el sector del skate Park, se montan los gazebos para que más de 20 feriantes locales pueden ofrecer sus productos a la comunidad. Este programa provincial, cumple las veces de un complemento con la Feria Verde, que se lleva a cabo todos los miércoles y sábados, desde hace ya ocho años.

Javier Fernández, director de Producción, se mostró satisfecho con la realización de este programa provincial en la ciudad y manifestó que, como la primera edición que se concretó en el mes de enero, “no me alcanzan los gazebos por la cantidad de feriantes que se convocan. Pedimos 12 más al ministerio, porque también, vamos a las localidades de Urdampilleta y Pirovano y no llegamos a cubrir todos los pedidos de los feriantes, inclusive, hay veces que se colocan dos por puesto”.

Además de la buena cantidad de feriantes, “Mercados bonaerenses” cuenta con mucho público que va a realizar sus compras. “En varios puestos, hay cola de vecinos, sobre todo, en el lugar de pastas, embutidos y lácteos, que es un camión que viene de afuera. Desde temprano, se empiezan a quedar sin mercadería y también, hay feriantes con verduras frescas, panificados, artículos de limpieza sueltos y el puesto de pescado y conservas. La cantidad total de feriantes ronda el número de 20”, calculó.

El camión de pescado viene directamente de Mar del Plata, llega temprano a la ciudad para conectar con la bajada de electricidad de la plaza y así conservar la cadena de frío. Ofrece una variedad importante de productos como filete de merluza, pejerrey, lomito de atún, carnalitos y todo con precios accesibles. Por ejemplo, el kilo de filete de pejerrey está alrededor de 1800 pesos; la merluza a 2200 pesos; el lomito de atún a 2400 pesos; el pollo de mar en trozos, a 2100 pesos el kilo, para hacerlo en tarta, empanadas o al horno con salsa. Los precios, en general, son parecidos a la carne vacuna o al pollo, con el agregado que uno está incorporando otro tipo de carne a la dieta. Lo que se vende en el puesto de pescado y mariscos es todo fresco.

Con relación a lo que le expresaron los feriantes locales, Fernández, respondió que “para el mediodía, por lo general, los expositores se quedan sin mercadería. Antes de armar los gazebos ya tienen gente que les viene a comprar. El tema es que algunos de ellos tienen una determinada producción y traen todos los miércoles y sábados (Feria Verde). Por eso, es que van regulando y como saben que acá se vende mucho más, tratan de fortalecer este día con más producción para ofrecerle al vecino”.

Unos de los feriantes locales, ofrece productos de huerta como acelga, remolacha, ciboulette, zapallitos, apio, todo fresco y orgánico. Julián tiene asistencia perfecta con su puesto en “Mercados bonaerenses”. Contó que vende “bastante bien a pesar que entramos en una época complicada para la producción de verduras por el clima. En el verano, la oferta es mucho más amplia, con tomates, chauchas, morrones y demás”.

Ya en su quinta, está todo sembrado con verduras de la estación otoño – invierno; pero hay que esperar unos meses para ver la producción y ofrecerla en el puesto. Un inconveniente que se ha dado en la quinta ha sido la sequía. “La falta de agua es difícil de reemplazar. Hay que tener un buen motor para la bomba de agua. Este año, se me rompió cinco veces, no sé por qué, supongo que se recalienta y ha sido un problema”, remarcó.

Julián tiene una superficie de una hectárea donde hace quinta junto a su señora. “Venir acá rinde y es mejor vender en las ferias que llevar a una verdulería donde siempre te pelean el precio para abajo. Acá, en la feria, yo pongo el precio y se relaciona con mi trabajo y con el producto que ofrezco”.

Las verduras que ofrece son todas orgánicas y se notan en un detalle que Julián no quiso dejar pasar por alto: “Se advierte en que las hojas no son todas iguales ni son perfectas”, destacó.

Otras de las feriantes locales, ofrece semillas, dulces de higo, de zapallo y de membrillo; batatas en almíbar, plantines y lombri-compuesto orgánico. Comparte el gazebo con Julián y también, parte de la producción, porque los dulces que hace son con parte de la cosecha que realiza su compañero de puesto en su quinta.

Sobre la preparación artesanal de dulces, expresó que “hace 10 años que los hago, por eso ya casi no me cuesta. Pero el que lleva más tiempo es el de zapallo, hay que pelarlo, es duro, cortarlo en cuadritos, es más lento todo el proceso”. Los dulces que más se venden son los de zapallo y de higo en almíbar.

Otro de los puestos habituales de “Mercados bonaerenses” es el de Aldo Moriones y su señora. Ofrecen acelga, achicoria, rúcula, zapallos y dulces de frutas como durazno, naranja y también de zapallo. Toda la producción que ofrecen, es la que siembran y cosechan en un terreno ubicado en el pueblo, donde hacen una quinta de una extensión de 30 por 12 metros.

Los zapallos angola que tienen en el puesto son para hacer dulces, tiene un peso de 5 hasta 12 kilos. “Este año, los más chicos son de 6 kilos y recuerdo que, el más que coseché, fue de 11 kilos.  Depende el año, cuando los sembré, llovió justo y rindieron muy bien; pero, por ejemplo, el año pasado saqué solamente 10 zapallos por falta de agua y después, por el calor intenso que hizo”, dijo Moriones. Con el tema de los zapallos, Moriones contó que “había perdido las semillas, porque su padre, antes sembraba cuatro surcos de maíz y dejaba uno para el zapallo. Nosotros, en ese entonces, cosechábamos a mano cerca de 2000 zapallos con mis hermanas en el campo. Mi padre, sembraba siete hectáreas de zapallo y se los compraba Tito Siervo y Marciano Antón, que tenía el hotel en Ibarra, para llevarlo directamente a la fábrica de dulces. Y ahora no se siembra mucho porque si no lo vendes acá, no se vende en ningún lado”.

La venta es buena, “lo que es verdura sale muy bien. Lo que pasa es que estamos pidiendo que vengan chicos jóvenes para seguir con esto, porque nosotros estamos más vale para dejar que para continuar y no podemos conseguir. Vienen dos ferias y después no vuelven más, a pesar que tratamos de ayudarlos”.

El tema de semillas para cada estación, las generan en su misma quinta, guardando de su propia producción. “Si nos falta algo, recurrimos a Ramiro (Amado) del INTA; pero tratamos de tener de nuestra propia semilla porque ya está adaptada a la tierra y tiene mejor germinación. Siempre hay que dejar alguna plantita y guardarla. Nosotros, a la achicoria, la dejamos que semille, después la cosechamos y notamos que nace mucho más rápido y rinde más. Es mucho mejor tu propia semilla siempre”, destacó.

Moriones, empezó con esta actividad de vender su producción, antes de la pandemia. “Después se cortó la presencialidad por el Covid y ahora pudimos regresar. La Feria Verde en sí ya tiene ocho años, a nosotros nos invitaron a sumarnos porque sólo producíamos para nosotros y para la familia o amigos y acá estamos”, recordó.

Aldo Moriones, a lo que vende, lo toma como un ingreso extra en cuanto a lo económico. “Con lo poquito que vendemos, sacamos otra jubilación”.

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