No queremos escuchar que la pandemia no ha terminado

17/07/2021 - Hay explicaciones que llevan a inferir por qué no queremos escuchar que la pandemia no ha concluido. De ahí muchas de nuestras razones.
El comportamiento humano en pandemia no deja de sorprender, e incluso el mismo coronavirus ofrece constantemente mutaciones que harían pensar que nunca se acaba, o por el contrario, que ya está finalizado porque hay aperturas, vacunación, avances médicos… ¿por qué no queremos escuchar que la pandemia no ha concluido?
Parece que hay una explicación científica para negar las advertencias sanitarias y del mundo científico. Por razones individuales o comportamientos de grupo pareciera que elegimos un punto de saturación que habilite saltar las medidas restrictivas para ser compensadas por necesidades de disfrute y socialización.
Casi todas las personas hemos visto las terribles consecuencias de enfermar con Covid-19, ni los mayores negacionistas lo pueden eludir. Pero, como en casi todas nuestras decisiones, no lo hacemos sobre análisis lógicos, como tampoco con información suficiente o relevante, especialmente ante un virus invisible.
El Nobel 2002, Daniel Kahneman, doctor en psicología, y estudioso de la economía conductual expone una serie de sesgos que derrumban nuestros análisis. Junto a Amos Tversky establecen la ley de los pequeños números, una evaluación de riesgos al azar que aplicamos en las decisiones cotidianas, pero que no debería ser en el caso de la pandemia.
Así consideran el sesgo de la primera impresión, pues nos cuesta cambiar, por lo que prestamos atención a informaciones que confirman nuestra idea inicial, manteniendo el statu quo. Es decir, si alguien nos dice lo que ya creemos, no vamos a buscar una verificación de la información, nuestro razonamiento fue fijado.
El sesgo de la selección de información, consistente en atender solamente datos que validen mi idea inicial y eliminando aquella con la que no concordamos.
Otro es el del jugador, creyendo en el azar, como si fuera una lotería: si he estado en un lugar sin cumplir las restricciones y no me contagié, seguramente no lo haré en nuevas oportunidades. Si el vecino participó de un asado y no se contagió, tampoco me pasará.
El sesgo de asociación, es decir, partiendo de un caso particular (Juan fue a una fiesta), llego a conclusiones generales, “ir a fiestas no genera peligro de enfermedad”.
El sesgo/complejo de Superman, es algo que solamente le ocurre a los demás, no me va a ocurrir; lo hice ayer y no pasó nada, lo puedo hacer hoy y mañana; porque la vida se trata de vivir el presente. Y en todo caso, si alguien se contagió, fue “porque estaba con las defensas bajas”.
Y el sesgo social, es decir el condicionamiento de grupo o arrastre del entorno: si todos lo hacen, ¿por qué no lo debo hacer yo?