Por los ríos vivos

26/03/2025 - Como fuentes de agua dulce, transporte, energía y alimentos, fomentando la biodiversidad de los espacios geográficos, la salud de nuestros ríos, también es una labor humana.
Eventualmente, y cada vez más seguido, aparecen noticias acerca de cómo las sequías afectan algún río. Por importancia y cercanía, las del río Paraná suelen ser las más reiteradas, a punto de paralizar una de las arterias más importantes del país. En San Juan, uno de los emblemas de la diagonal árida argentina, suelen afirmar que, con la sequía, aprendemos a valorar la importancia de los ríos. Pero no se sostienen en el tiempo, la necesidad de fortalecer nuestros cursos de agua dulce, las lagunas y lagos, los pantanos y humedales, siempre se ven afectados por el rol humano, a lo que termina agregándose el cambio climático.
El Día Mundial de los Ríos Vivos, el 14 de marzo, también subraya la importancia de los ríos como fuentes de agua dulce, transporte, alimentos y energía, y como espacios vitales para una gran variedad de especies. Durante este día, diversas organizaciones, gobiernos y comunidades realizan actividades de sensibilización, limpieza de ríos, plantaciones de árboles y campañas educativas para promover.
Argentina, un país que alberga una rica diversidad de ecosistemas acuáticos, enfrenta una serie de desafíos que ponen en peligro la salud de sus ríos y sus alrededores. En el país podemos hallar particularidades para darnos cuenta de su importancia.
El Río Paraná: un ecosistema en crisis
Uno de los ríos más emblemáticos de Argentina, el Río Paraná, ha estado atravesando graves dificultades debido a la deforestación en sus cuencas, la contaminación industrial y la expansión de la agricultura. En los últimos años, la región del Delta del Paraná, hogar de una vasta biodiversidad, ha visto disminuir distribuida su superficie debido al avance de la soja y otras actividades agrícolas. Esta deforestación no solo reduce la capacidad del ecosistema de filtrar contaminantes, sino que también agrava las inundaciones, dado que las barreras naturales que protegían las áreas bajas desaparecen.
En paralelo, la contaminación por desechos industriales y urbanos afecta la calidad del agua, aquejando tanto a la fauna como a las comunidades que dependen del río para su abastecimiento de agua potable y para actividades económicas como la pesca y el turismo. Además, los proyectos de infraestructura que promueven la navegación en el Paraná, como las represas hidroeléctricas, afectan el flujo natural del río, alterando la dinámica de los ecosistemas y poniendo en peligro a numerosas especies de peces migratorios.
El Río Colorado: la sequía y la gestión del agua
El Río Colorado, que recorre varias provincias argentinas hasta desembocar en el Océano Atlántico, enfrenta otra gran amenaza: la sobreexplotación de sus aguas debido a la agricultura intensiva, en especial para el riego de cultivos como el arroz y la vid. En los últimos años, las sequías prolongadas, exacerbadas por el cambio climático, han reducido significativamente el caudal del río, dificultando el abastecimiento de agua en las regiones que dependen de él. La falta de un manejo adecuado de los recursos hídricos ha generado conflictos entre los diferentes sectores que lo utilizan, y ha provocado la degradación de los ecosistemas ribereños.
Este panorama plantea un desafío complejo para las políticas de manejo y conservación del agua en Argentina, un país que ya enfrenta problemas de distribución desigual de este recurso. La escasez de agua en algunas regiones y su exceso en otras evidencian la necesidad urgente de una estrategia nacional de gestión hídrica que contemple tanto las demandas urbanas como las agrícolas, sin comprometer la integridad de los ecosistemas acuáticos.
El Río Salí-Dulce: contaminación y salud pública
En el norte del país, el Río Salí-Dulce ha sido uno de los principales receptores de contaminación industrial y residuos urbanos. Las fábricas de la región vierten desechos sin tratar en sus aguas, lo que pone en riesgo tanto a la biodiversidad acuática como a las poblaciones humanas cercanas. Este río abastece de agua a varias localidades de Tucumán y Santiago del Estero, y su contaminación afecta la salud de miles de personas. El aumento de enfermedades gastrointestinales y respiratorias es una de las consecuencias directas de la mala calidad del agua que reciben los habitantes de la zona.
El tratamiento adecuado de las aguas residuales y la implementación de políticas más estrictas para controlar la contaminación son medidas que se requieren con urgencia para frenar este desastre ambiental.
La Necesidad de una Política Integral
El estado de los ríos en Argentina refleja la falta de una política pública coherente y eficaz para proteger sus aguas y ecosistemas. Si bien existen leyes y normativas relacionadas con la conservación del medio ambiente, su cumplimiento es insuficiente, y las sanciones por el daño ambiental son débiles. Además, la falta de conciencia colectiva sobre la importancia de estos recursos ha hecho que, en muchos casos, el cuidado de los ríos pase a un segundo plano frente a intereses económicos inmediatos.
Es imprescindible que el Estado, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil trabajen juntos para desarrollar soluciones efectivas y sostenibles. Algunas de las acciones clave incluyen la restauración de los ecosistemas ribereños, la implementación de políticas que favorecen la agricultura sostenible y la mejora de los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Además, se necesita un fuerte compromiso con la educación ambiental, promoviendo la conciencia sobre la importancia de los ríos y su conservación.