Vicente el nuevo presente de la urología

Vicente el nuevo presente de la urología

17/12/2024 - El médico nacido en Urdampilleta plantea algunos de los escenarios más comunes a los que debemos considerar para realizar una consulta, desde el análisis de próstata a la incontinencia urinal en las mujeres. Muestra admiración por la cirugía de la especialidad, los avances científicos y las opciones para enfrentar alguna enfermedad.

Sergio Vicente es bolivarense, nacido en Urdampilleta, estudió medicina en CABA, hizo la residencia en el Hospital Militar, pasó por un hospital modelo en San Luis y recaló en el pago de sus afectos donde aspira poder afianzar una profesión que, hoy, lo tiene como al único que juega de local.

Vicente trabaja en el hospital Capredoni y en Coopemed, lugar en el que tiene su consultorio particular. Al explicar el porqué de su opción por la urología analiza que “siempre tuve en mente la patología quirúrgica, la cirugía general y ginecología no me cerraban, y cuando vi lo de urología, con su parte de cirugía endoscópica, lo que es el manejo oncológico, me empezó a gustar, y cuando hice la rotación ya la decidí. Luego di el examen y, para entrar al Hospital Militar, tuve que hacer el curso, que tiene su propia población”, explica.

Después de ese período, ya con familia, “vimos que Buenos Aires ya no era el mismo al que yo había llegado cuando me fui a estudiar, teniendo una hija, salía todos los días a las 5:30 y no sabía si iba a volver. Pensé en venir a Bolívar, no se dio, y por medio de amigos profesionales en el Hospital Santojanni, salió un contacto en San Luis, donde se había inaugurado un hospital en 2021, con toda la aparatología con la que yo estaba acostumbrado a trabajar, todo lo que era cirugía endoscópica, equipos láser. A mí me gusta mucho lo que es la patología de piedras, renales, y ahí tenía todo lo necesario, algo que se puede encontrar en muy pocos lugares del país, porque es tecnología muy cara en moneda extranjera. Y en un lugar geográfico como ese, con tanta sequía, una de las patologías más comunes es la litiasis, así que lo conversamos y decidimos probar”.

La vuelta a Bolívar “implicaba resignar algunas cuestiones vinculadas a la tecnología, pero por otra parte está la familia y mis amistades. Había que tomar decisiones y hacer una mudanza, con la que conté con gran ayuda de mis pacientes de allá”.

 

En su concepto preventivo, Vicente plantea la necesidad básica para concurrir al urólogo. Manifiesta que “el hombre entre los 50 y 65 años tiene la chance de que se le despierte un cáncer de próstata, y en aquellas personas que ya tienen un antecedente en un familiar de primer grado que ha tenido la enfermedad, los controles tienen que comenzar diez años antes. Hay guías internacionales que sostienen que los controles deben comenzar a los 45 años”.

El médico explica que luego de ello, “lo que debe hacerse es un control urológico anual, y en caso de detectar algún resultado anómalo en el análisis de sangre, debemos abrir el paraguas ante la posible presencia de alguna enfermedad. Ese control consiste en algo muy básico, como una ecografía de riñones, vejiga y próstata; un análisis de sangre, que es el famoso antígeno prostático específico (el PSA), para la cual hay que considerar algunas cuestiones como no tener relaciones sexuales durante tres días, no andar en bicicleta o a caballo, porque se pueden alterar los valores normales del PSA. Lo que es muy importante, algo que siempre hay que charlar por pudor o vergüenza, es el famoso tacto rectal; yo opto por explicarle por qué es importante”, y el paciente elige. “Puede ocurrir que venga un examen de PSA normal, pero a nivel del examen físico, el paciente puede tener una próstata dura, lo cual hace pensar que no está normal y requiera de una biopsia o, lo que es más moderno, una resonancia multiparamétrica”, lo cual solamente se detecta al tacto.

El médico explica que, “si hay un laboratorio y ecografía normal, una próstata blanda, está todo bien. Es esperable que, con los años, el hombre tenga un agrandamiento prostático. Pero, si ese hombre naturaliza que levantarse dos veces de noche a hacer pis es normal, ya estamos ante una patología, y eso se reflejará en la ecografía. Si son hallazgos esperables, simplemente se hace un tratamiento farmacológico. Por un año no deberá realizarse una nueva consulta”.

De “ese conjunto de resultados que uno tiene se evalúa la conducta a tomar con el paciente, por ejemplo, si tiene un PSA muy elevado (mayor a 10), es un paciente que debería hacerse una biopsia de próstata. En ese proceso se realizan doce muestras bajo visión directa de una ecografía, las que se mandan a actualizar. Lo mejor es hacerse una resonancia, porque salta qué sector de la próstata es la más sospechosa de maligna, entonces se puede direccionar mejor la biopsia”.

Respecto a las posibilidades de intervención quirúrgica, “sobre la información obtenida se decide qué hacer, porque puede hacerse una radioterapia, sin operación, sino que se irradia la próstata; a diferencia de antes, que se irradiaba toda la pelvis, recto, ganglios, vejiga. Actualmente los demás órganos tienen menor riesgo de ser irradiados. La otra opción es hacer la prostatectomía radical, que hoy se hace de forma robótica, ya no se hace una incisión gigantesca desde el ombligo hacia la región pubiana; pero ahí se lleva nervios y el esfínter, por lo que el paciente queda con incontinencia urinaria e impotencia sexual, que haciéndolo de forma laparoscópica o robótica son menores, pero están. Lo primero que hay que hacer al momento de detectar un cáncer hay que estadificar, es que esté localizado en la próstata y que no se haya metastatizado. El lugar preferente de hacer metástasis es el hueso, por lo que después del diagnóstico se hace una tomografía y una centellograma óseo, que ya es tecnología vieja, pero estamos en Argentina. Hoy, en las guías europeas están pidiendo el pet psma, un antígeno específico para las células cancerosas, lo que detecta en forma impecable si hay una metástasis. A ese paciente, quizás no conviene operarlo e ir con otras conductas farmacológicas”.

Un factor inmanente al cáncer de próstata “es que se alimenta de la propia testosterona que producimos, por lo tanto, hay que atacar ahí, es decir una castración farmacológica con inyecciones mensuales, trimestrales o semestrales, y la otra opción es una castración quirúrgica. Son opciones, por ejemplo, a un paciente octogenario es muy difícil que le aprueben una droga oncológica, por lo que conviene ir por la castración quirúrgica”.

 

Entre otros de los temas inherentes a la profesión, Vicente explica que “dentro de la urología hay distintas disciplinas, como la pediátrica, la andrología, que es la que se ocupa del hombre cuando entra en la andropausia, lo que implica falta de deseo sexual, dificultad en las erecciones, es una etapa de vida en la que se produce una meseta, ya no hay una producción de hormonas como en años anteriores”.

“En la mujer, un terreno que compartimos con la ginecología, es el tratamiento de los prolapsos, es cuando intenta escapar por vagina la anatomía pélvica, como el útero, uréter, la vagina, e incluso el recto. La clasificación actual hoy se denomina POP Q de acuerdo a la evolución que tiene” en la anatomía de la mujer. “Hay urólogos que hacen la corrección de los prolapsos, yo no lo hago, pero sí colocación de mallas slings para mujeres multíparas -que tuvieron muchos embarazos-”, a causa de la llegada de los años se debilita el tejido pélvico. Con ello comienza la incontinencia urinaria, lo que muchas veces se convierte en una barrera social. “Ahí hay que realizar una serie de estudios para descartar otras cuestiones como infección urinaria, o una hiperactividad vesical -que es cuando la vejiga se contrae en forma arrítmica, es algo neurológico-, por lo que la neurourología es otra opción. Si existe un problema anatómico como la hiperactividad uretral, eso debe corregirse con una malla, una cirugía a través de la zona vaginal, lo que hace que exista menos incontinencia urinal; pero que luego de la cicatrización, puede producir dolor ante el acto sexual, por lo que eso se le debe anticipar antes de la cirugía. Siempre hay que decirles a los pacientes cuál es el efecto primario para resolver la patología, pero también explicar que pueden existir efectos secundarios”.

Un aspecto que hoy se está revirtiendo es que “mucha gente no consulta por vergüenza, creo que, ante la patología, tienen que asesorarse”, y juntos buscarán una mejor opción.

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